El Universal | Por: José Luis de la Cruz.
El gobierno se comprometió con la austeridad, pero las cifras de finanzas públicas muestran lo complicado de cumplir con dicha meta. Su gasto neto aumentó 5.2% durante el 2015, ello a pesar de que su ingresos solamente se incrementaron en 4.2%.
Ello provocó un déficit público 12% mayor que en 2014. El desequilibrio superó los 627 mil millones de pesos.
La austeridad fue selectiva y como en los años ochenta solamente se aplicó a la inversión física, su contracción de 8.3% así lo muestra. Por el contrario el gasto corriente, el menos productivo, siguió con su tendencia alcista, 4.9% superior. Aun los servicios personales continuaron incrementándose, fueron 2.8% mayores a lo ejercido durante el 2014.
Una situación similar ocurrió con el costo financiero de la deuda, creció casi 15%, cerca de 408 mil millones de pesos. Los intereses, comisiones e intereses constituyeron más del 97% de la totalidad, unos 397 mil millones de pesos, 350 % superior a lo destinado al ramo de Desarrollo Social.
Lo anterior muestra cómo la inercia del gasto corriente y el endeudamiento restringen la capacidad del gobierno para hacer ajustes estructurales a su ejercicio presupuestal, en el corto plazo solamente puede reducir la inversión física.
Como resultado se merma la capacidad de crecimiento económico futuro, reducir el desarrollo de infraestructura limita la posición productiva y competitiva de México. Además, aún en el corto plazo, afecta a los sectores industriales directamente vinculados con el desarrollo de la infraestructura, particularmente a la construcción y manufacturas.
La caída del precio del petróleo implica la continuidad de esta política económica, austeridad selectiva que castiga a la inversión en tanto que la parte improductiva mantiene su tendencia al alza.
Adicionalmente debe mencionarse que existe un error de paradigma que no se ha corregido, en realidad el problema a resolver es la falta de eficacia, obtener resultados tangibles con el gasto ejercido. Mayor calidad en la educación, seguridad pública, crecimiento económico, desarrollo social y mejora en el sistema de comunicaciones y transportes son solo algunos de los aspectos en donde obtener resultados es fundamental. Más que austeridad se requiere eficacia. Para ello es imprescindible contar con una administración pública orientada a resultados.
Lo descrito es esencial cuando la economía se encuentra en un periodo de volatilidad e incertidumbre financiera que además se combina con una nueva etapa de franca desaceleración industrial. Estados Unidos no seguirá siendo el apoyo para que la economía mexicana pueda mantener su crecimiento. El ciclo industrial norteamericano ya se encuentra en su fase de recesión, y aunque la manufactura muestra un comportamiento más favorable, lo cierto es que sus efectos adversos ya llegaron a la economía mexicana. Durante diciembre las exportaciones de manufacturas exhibieron resultados negativos en componentes estratégicos como la fabricación de maquinaria y equipo, elaboración de equipo eléctrico y electrónico, la industria química y siderúrgica. Aún el sector automotriz ha dado señales de una franca desaceleración.
El PIB de Estados Unidos correspondiente al cuarto trimestre del 2014 da indicios que confirman lo anterior. No únicamente debe observase que su crecimiento fue de solo 0.7%, también es imprescindible considerar que la inversión fija en equipo retrocedió (-) 2.5% y en estructuras la caída fue mayor, de (-) 5.8%. Estos dos componentes son los que terminan por influir en el desempeño de la industria y economía mexicana, justamente están relacionados con los componentes de las exportaciones que ya exhiben tasas negativas de crecimiento.
La austeridad es una mala idea en dicho contexto, particularmente si se enfoca a la inversión. El gasto público debe ejercerse con mayor eficacia y debe vincularse con la actividad productiva nacional, es el único camino para crecer más cuando Estados Unidos se pierde su vigor industrial. Fuente […]
