¿Y el sueño industrializador? – México SA

Por Carlos Fernández-Vega.

Ahora que los mexicanos están de plácemes, porque todo es miel sobre hojuelas, el modelo económico funciona como relojería suiza, el país marcha de maravilla y la economía crece como nunca (tres tristes tigres dixit –Peña Nieto, Osorio Chong y Videgaray– en su bombardeo mediático de esta semana), no faltan las voces calamitosas que advierten sobre aquel sueño industrializador de los años 50 y 60 que terminó en pesadilla maquiladora en este México moderno, pujante y, sobre todo, justo.

Así es: de la onírica industrialización como paso obligado al primer mundo, México decidió construir una suerte de abaratada macro Plaza Santo Domingo, donde todo se maquila (desde calzones hasta vehículos automotores, pasando por todo lo demás) y se exporta, previa importación de los productos requeridos para tal fin, sin que ello estimule al aparato interno y con unacompetitividad basada en una mano de obra miserable. Como bien lo sintetiza el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), el modelito vende mucho, pero no genera riqueza (ni desarrollo para el país).

A mediados del siglo pasado México era visto como una gran promesa en materia de industrialización. Tiempos en los que la economía nacional crecía 8, 9, 10 y hasta 11 por ciento en un año (este último indicador, de 1964, no se ha repetido; ahora se crece 2 por ciento). Otra promesa, que devino realidad, era Corea del Sur (en aquel entonces en circunstancias similares a las mexicanas), hoy industrializada mamá de los pollitos en tecnología y con elevados niveles de bienestar para su población, es decir lo contrario a lo sucedido en esta modernizada República de los discursos.

Sirva lo anterior para contextualizar el reclamo del IDIC: “el desempeño de la actividad industrial en el país, en fase negativa y a la baja, merma las expectativas de alcanzar un mayor crecimiento económico durante el presente año… La desaceleración de la industria mexicana, un problema sistémico”.

El desafío no es menor, subraya el referido instituto, pues durante las décadas previas se apostó por un modelo exportador de manufacturas que no se encuentra asociado con un aumento en el valor agregado de los productos que vende al exterior. Como ha sido documentado en diversas investigaciones, existe una desindustrialización atribuible a un modelo centrado en el ensamble, es decir en la maquila: aumenta el valor de las exportaciones de manufacturas, pero no el valor del PIB sectorial como proporción del total. Lo último implica que hay un bajo valor agregado en las exportaciones (en demérito de la economía nacional): se requiere de importaciones para maquilar las exportaciones. Se vende mucho pero no se genera riqueza. Continuar leyendo […]

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