Por: Carlos Fernández-Vega | México SA | La Jornada.
Cuando en 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y su grupo “amigo” de empresarios que los promovieron aseguraban que tal mecanismo sería “el detonante del desarrollo industrial” de nuestro país y vislumbraban un espléndido futuro para ese sector estratégico. ¿Qué pasó?
A 26 años de distancia, y con un “nuevo” tratado en operación (el T-MEC), el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) da luz sobre el resultado: “desde la entrada en vigor del TLCAN la variación promedio de la industria fue de 1.1 por ciento y de 1.36 por ciento en los últimos 40 años (léase el régimen neoliberal); es decir, tal sector “creció” menos que la economía en su conjunto, y eso que el crecimiento se mantiene prófugo.
En realidad, subraya el IDIC, “la apertura de la economía no tuvo un impacto homogéneo sobre el sector industrial: el bajo contenido nacional de las exportaciones explica por qué estas últimas crecen, pero no así la actividad industrial nacional. Sin lugar a duda, lo descrito muestra la erosión que se ha vivido en la industria mexicana, algo que ocurrió, paradójicamente, en el momento en el que a nivel global se gestó e implementó la cuarta revolución industrial, un evento que ha permitido el desarrollo vertiginoso de los países más avanzados y de economías asiáticas emergentes”, pero ni lejanamente el de México. Continuar leyendo […]