Inversión productiva: antídoto para la precarización del mercado laboral

La Voz de la Industria Vol. 8 N°241.

Resumen

La economía mexicana deberá incrementar sus niveles de inversión productiva para poder revertir la precarización de su mercado laboral.

La necesidad de hacerlo se deriva de un hecho: el desarrollo social y económico del país depende de la salud de su mercado laboral. Sin empleo formal bien remunerado no se puede construir un Estado de Bienestar.

  • México requiere condiciones favorables para que la inversión productiva pueda compensar el retroceso observado durante la recesión que se vivió entre el segundo y tercer trimestre del año.
  • De igual forma la inversión es pertinente para evitar que los efectos negativos de una recesión, que no ha terminado, se extiendan más allá del 2020 y que causen un daño estructural sobre el mercado laboral nacional.
  • No se puede soslayar que la precarización del mercado laboral inhibe el fortalecimiento del mercado interno: ningún país puede aspirar al desarrollo sin contar con solidas capacidades productivas endógenas que se traduzcan en un vigoroso consumo privado. Para lograrlo se requiere revertir la precarización del mercado laboral.    

Elevar la inversión productiva, pública y privada, es fundamental para construir un ciclo positivo en favor del desarrollo de México. Sin más inversión no hay posibilidad de lograrlo.

¿Por qué hacerlo? Las cifras del INEGI correspondientes al tercer trimestre del año muestran la magnitud de la recesión económica, y sus efectos adversos sobre el mercado laboral, en tres dimensiones:

  1. La caída en la población ocupada (PO) y la Población Económicamente Activa (PEA) en su conjunto exhiben las restricciones que la sociedad y economía mexicana han enfrentado:
    • La minusvalía en ambas variables refleja las limitaciones que las familias tienen para obtener un ingreso económico decoroso y con ello solventar sus necesidades diarias.
    • De igual forma la merma de la PO y la PEA, junto con la tasa de desocupación, señalan la menor capacidad de crecimiento económico que el país tendrá en los meses por venir: entre el tercer trimestre del 2019 y el mismo periodo del 2020, casi 4.2 millones de personas se excluyeron del mercado laboral, ya sea por desempleo o porque dejaron de participar en la actividad productiva de México.
  2. La precarización de las condiciones laborales:  el aumento en la subocupación, la Tasa de Condiciones Críticas de Ocupación (TCCO) y en la Tasa de Presión General (TPRG) manifiesta parte de la erosión en el ingreso económico y la calidad del empleo que han enfrentado los trabajadores durante la primera etapa de la recesión asociada al Covid-19.
  3. La pérdida de empleo por tamaño de establecimiento: como se anticipaba, los micronegocios fueron los más afectados por la crisis económica, acumularon casi el 52% de la reducción en la población ocupada, la mayor proporción se dio en micronegocios sin establecimiento, es decir, en los directamente vinculados con la informalidad.
    • De forma particular se puede señalar que la mayor afectación se dio en la ocupación de las mujeres: 2.3 millones de los cuales la parte más relevante fue justamente en los micronegocios (1.45 millones).
    • La afectación en los micronegocios una incidencia social: constituyen la principal fuente de ingreso para las familias mexicanas. Si bien su esencia es de economía informal, su debilitamiento muestra que en esta ocasión no representan la válvula de escape que tradicionalmente habían constituido en otras crisis.
    • Derivado de lo anterior se refuerza la necesidad de contar con un Programa de Reconstrucción Nacional basado en el fortalecimiento de la inversión productiva endógena y extranjera que se encuentre enfocada en la creación de empleo formal asociado a las oportunidades que generar la nueva situación en América del Norte.
    • La informalidad se encuentra dañada y no se debe prolongar el circulo vicioso de pobreza y marginación que ha generado durante décadas: 
      • Su actividad productiva no es pertinente para enfrentar una realidad delineada por el Covid-19 y los retos que imponen tanto la Cuarta Revolución Industrial como el T-MEC

Ante la carencia de información sobre el número de personas ocupadas por nivel de salario y acceso a los servicios de seguridad social durante el segundo y tercer trimestre del año, pero tomando en consideración la dinámica de las tasas complementarias publicadas por el INEGI y que las estadísticas disponibles hasta el primer trimestre del 2020 mostraban la precarización estructural que el mercado laboral había enfrentado durante las dos décadas previas, se puede inferir que uno de los desafíos más relevantes para México será el de generar una estrategia de crecimiento económico basado en mayor inversión que permita crear empleo formal bien remunerado.

Para lograrlo se requerirá un Acuerdo Nacional que de directriz a las inversiones que son estratégicas, particularmente ante un entorno que se ha modificado sustancialmente: desde el cambio en el gobierno de Estados Unidos, el avance de la segunda ola de Covid-19 y el inicio del T-MEC (con sus nuevas reglas) inciden sobre una economía mexicana que requiere de más inversión para enfrentar el desafío exitosamente. Por ello, se requiere de un programa de reactivación productiva basado en tres vertientes:

  1. Acuerdos alineados al fomento de la certidumbre y confianza.
  2. Incremento sistémico de la inversión productiva para impulsar la generación de empleo.
  3. Un programa estratégico que tenga al Contenido Nacional y el impulso de lo Hecho en México como su columna vertebral, de poco servirán los recursos económicos comprometidos si las obras de infraestructura utilizan insumos intermedios importados.

En esta ocasión la economía informal no será la válvula de escape para los mexicanos que han perdido su fuente de ingreso económico.

Documento

VozIndustria-20201117-Vol-08-Num-241-Inversion-productiva-antidoto-para-la-precarizacion-del-mercado-laboral


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