La nueva seguridad alimentaria mexicana. Oportunidad y desafíos

Por: Mauricio de María y Campos | Publicado en El Semanario.

Hace cuatro décadas en el gobierno de López Portillo se creó el sistema alimentario mexicano que encabezó Cassio Luiselli con gran eficacia. Se buscó asegurar la producción y el abasto de alimentos básicos a la población de todo el país a precios accesibles. Institucionalmente el Grupo CONASUPO fue motor de producción y comercialización. Para muchos ya es “historia patria”; otros, más jóvenes, posiblemente no estén enterados del éxito del programa. Sus recuerdos pueden provenir de las últimas dos décadas en que descendió la producción nacional de alimentos básicos, y en aras de un supuesto libre mercado, aumentó la dependencia alimentaria del exterior, se deterioró el ingreso de la población rural y se tornaron crónicas la pobreza y la desigualdad en vastas zonas del país. Industrias CONASUPO ‒con Ignacio Ovalle a la cabeza‒ fue liquidada en época del presidente Salinas. Distribuidora CONASUPO y LICONSA sobrevivieron con un papel menguante.

Dos agriculturas contrastantes surgieron al abandonar la seguridad alimentaria a los mecanismos de mercado: una moderna, pujante y exportadora con niveles de productividad y tecnificación a nivel mundial ‒ya se trate del maíz de Sinaloa, los aguacates de Michoacán, o las frutas y hortalizas del Bajío y Baja California‒; y al lado, otra de subsistencia y autoconsumo con bajísimos rendimientos por hectárea, e incluso tierras abandonadas, sin financiamiento, acceso a agua y fertilizantes y protección ante riesgos naturales y de mercado.

El viernes pasado los economistas del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo de la UNAM tuvimos la oportunidad de escuchar a Ignacio Ovalle, experimentado funcionario del sector público y su equipo de trabajo más cercano (Fernando Peón –ex Director de la Fundación Harp Helú‒) describir la estructura y los programas de SEGALMEX (Seguridad Alimentaria Mexicana) que ha integrado a DICONSA y LICONSA para garantizar ‒de la mano con la Secretaría de Agricultura‒ el abasto y la promoción de la producción de productos básicos alimentarios.

A partir de experiencias positivas y negativas, y de lecciones pasadas, se intenta reconstruir una sólida plataforma intergubernamental, al mismo tiempo que sea pública y privada para garantizar la seguridad alimentaria, así como la nutrición para todos con una perspectiva pragmática, muy moderna. Se pretende establecer programas de compra y precios de garantía que vinculen a los productores ‒particularmente a los pequeños‒ a una demanda estructurada de productos agrícolas, de manera que puedan planificar y diversificar su producción, percibir ingresos más previsibles y sustituir importaciones. Continuar leyendo […]

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