Crecimiento, desigualdad e inseguridad, los retos económicos del próximo Presidente de México

El Mercurio (Getty Images)

Ciudad de México.- Los mexicanos deciden entre mantener el rumbo de apertura de las últimas décadas u optar por revivir el desarrollo desestabilizador que le dio al país la bonanza económica de mediados del siglo XX.

El Mercurio | Carolina Álvarez Peñafiel.

La elección de México es, entre otras cosas, una decisión económica. Un camino es profundizar las reformas de apertura de las últimas décadas y el otro, retomar partes del modelo de desarrollo con intervención del Estado de mediados del siglo XX. La derecha y el centro, aunque separados, contra la izquierda, que por primera vez tiene la posibilidad casi asegurada de que llegará a Los Pinos por la vía electoral. Su candidato, Andrés Manuel López Obrador, es el favorito indiscutido de las encuestas, con más de 20 puntos de distancia de Ricardo Anaya (del Partido de Acción Nacional, PAN) y del oficialista José Antonio Meade (del Partido Revolucionario Institucional, PRI).

Todos, sin excepción, dicen que tienen la respuesta a los padecimientos económicos de la segunda economía latinoamericana: crecimiento sostenido pero bajo el potencial (2,3% en 2017), la inversión pública en su menor nivel en 70 años y una tasa de informalidad laboral que supera el 56% (según estadísticas oficiales).

«El eterno problema de la economía mexicana es su pobre tasa de crecimiento, que no alcanza para generar el empleo necesario para dar cabida a todos los mexicanos que se integran a la fuerza laboral cada año», comentó a «El Mercurio» Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics.

A eso hay que sumar una inflación en combustibles y alimentos, que golpea directamente el bolsillo de los mexicanos. (Aunque la inflación global está en niveles considerados aceptables, cercanos al 6%). «Hay que trabajar más y alcanza para menos. Antes, el litro de gasolina costaba 8 pesos, ahorita está en 20», dice Ricardo Solís Cruz, quien atiende un carro de venta de frutas en el centro de la capital mexicana. Es el costo de la reforma para liberalizar el sector energético que el país necesitaba y que inició el actual gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando abrió la industria a capitales privados y rebajó los subsidios que sujetaban el precio del combustible.

La desigualdad se hace más profunda en un país con 53 millones de personas (de sus más de 120 millones de habitantes) viviendo en asentamientos sin garantías básicas de vivienda, higiene, agua potable, salud o educación. Según un estudio del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) para la CEPAL, el 1% acumula más de la tercera parte de la riqueza del país y el 10% ingresa 21 veces más que el decil más pobre. A ellos apelan las promesas de mayor gasto social de López Obrador y los compromisos de aumento de salario mínimo de Anaya y Meade, e incluso la creación de un ingreso mínimo garantizado para todos del candidato del PAN.

Es que la promesa de crecimiento basada en esa reforma energética y en la apertura del mercado de las telecomunicaciones, entre otras, que hizo Peña Nieto se quedó corta y defraudó las expectativas.

«Si hay algo que destacar de la actual administración es precisamente el haber logrado la aprobación de 13 reformas en el país, lo cual no se había logrado en los pasados 15 años. Sin embargo, además de que las reformas se sobrevendieron en términos de su impacto en la economía, también se sobreestimaron los niveles de inversión que se pretendía lograr, básicamente porque al final las reformas se diluyeron en el Congreso para poder pasar la aprobación», dijo Coutiño.

Un problema más reciente es la volatilidad del peso, afectado por la decisión de EE.UU. de subir las tasas de interés y la falta de resultados en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta), que es responsable por un tercio del PIB mexicano, sin contar con que el 80% de las exportaciones de México van a EE.UU. Y sin certezas sobre qué ocurrirá con el pacto comercial, las decisiones se frenaron a este lado de la frontera.

Pero sobre todo, hay que agregar el factor de la corrupción y el de la inseguridad en las calles, producto no solo del narcotráfico, sino que también de la delincuencia común, coinciden analistas y ciudadanos.

«Le voy a dar un ejemplo», comenta Juan Manuel García, que tiene un quiosco en avenida Reforma. «Cuando alguien tiene un coche, o un reloj o un teléfono bonito, se lo van a quitar, lo van a asaltar. Todo eso que consiguió con su trabajo», dice Juan Manuel, quien se enorgullece de ser cinturón negro de karate.

Los expertos sostienen que los desafíos para el próximo gobierno son el bajo crecimiento, la desaceleración económica y la desigualdad que se profundiza. El panorama empeora con la inseguridad, que está ahuyentando capitales y que ya ha afectado en algunas zonas del país el transporte de mercancía y sobre todo de personas. «Eso no es lo deseable para una economía del tamaño de México», dice a «El Mercurio» José Luis de la Cruz, presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

«El primer reto que tiene que resolver el próximo gobierno es detener los problemas de inseguridad; el segundo, atacar muy claramente los elementos de corrupción dentro del gobierno; el tercero es elevar la inversión pública; es fundamental que se revierta la caída de eso, y el cuarto es generar una alianza con el sector privado y generar la inversión privada, y que esto reactive sobre todo la inversión en infraestructura», agrega.

No a la continuidad

Por eso es que la continuidad que representan Anaya y Meade no entusiasma al electorado, a pesar de que López Obrador defiende una confusa receta económica. El candidato de izquierda quiere actualizar el llamado desarrollo estabilizador, que generó una bonanza económica entre los años 50 y 70, con políticas proteccionistas como la autosuficiencia alimentaria. Pero al mismo tiempo sostiene que es un defensor del comercio exterior y del Nafta.

Es probablemente el escenario electoral más complejo para México en las últimas décadas. Fuente […]

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