Zonas Económicas Especiales, proyecto prioritario transexenal

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Por: Jesús Alberto Cano Vélez

A lo largo de las pasadas tres décadas, el Producto Interno Bruto per cápita de los Estados del norte de México y el Bajío, ha venido creciendo un 47% por ciento, mientras que en los Estados del sur únicamente ha aumentado un 7 por ciento. Realidad contrastante  que  se ve reflejada en accesos diferenciados a bienes y servicios públicos, el más obvio de ellos, la salud, y en la enorme diferencia entre el ingreso per cápita de algunas regiones y el ingreso de subsistencia del sureste mexicano.

Esta lacerante brecha de desigualdad motivó al ejecutivo federal a promulgar en 2016, la Ley Federal para la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE), a través de las cuales se busca cerrar las brechas regionales creando nuevos polos de desarrollo industrial que atraigan inversiones, generen empleos de calidad, desarrollen cadenas de valor, detonen una demanda de servicios locales y otorguen beneficios a la población.

Las zonas consideradas en el marco de esta ley, son: la del Puerto Lázaro Cárdenas, que incluye municipios vecinos de Michoacán y Guerrero; la del Corredor del Istmo de Tehuantepec, que incluye los polos de Coatzacoalcos, Veracruz, Salina Cruz, Oaxaca y la de Puerto Chiapas, en el Estado de Chiapas, zonas todas de alto potencial productivo y logístico, abundantes recursos naturales y una posición estratégica para nuevos mercados.

Una de las razones por las cuales se considera que los Estados en que se establecerán las ZEE no han tenido altos niveles de inversión, es la falta de infraestructura. Por ello, las ZEE impulsarán proyectos ferroviarios por 13,618 millones de pesos, buscando integrar las regiones de las ZEE a las redes de vías principales y permitirles alcanzar el centro y norte de México, así como la frontera con Estados Unidos.

Otro aspecto a destacar son los beneficios fiscales para las personas físicas y empresas que inviertan en las ZEE, que consisten en un descuento del 100 por ciento en el pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) durante los primeros 10 años de operación, así como un beneficio de 50 por ciento durante los siguientes 5 años. Tendrán también un trato de Impuesto al Valor Agregado (IVA) similar al de las empresas certificadas en comercio exterior y descuento en cuotas patronales del Instituto Mexicano del Seguro Social de 50 por ciento durante los primeros 10 años y 25 por ciento en los cinco años subsecuentes, además de incentivos locales.

El concepto de Zonas Económicas Especiales no es nuevo en el mundo. Hay importantes casos de éxito, en países como China, Corea del Sur, Panamá, Irlanda y Marruecos; si bien la experiencia mundial muestra que las ZEE no son per se, una  fórmula garantizada para el éxito y desarrollo.

En todo el mundo hay más de 4,300 Zonas Económicas Especiales y, más de la mitad han fracasado; son elefantes blancos. De acuerdo con The Economist, son apenas 50 las zonas que califican como éxitos rotundos en todo el orbe. El denominador común de los éxitos es la continuidad en el largo plazo. En el mundo, eso quiere decir trabajo sostenido por un periodo de 25 ó 30 años. En el diccionario de la administración pública de México, largo plazo significa que va más allá de un sexenio.

El calendario sexenal apremia y queda mucho trabajo por hacer, un paso muy importante será definir la colaboración entre gobierno federal y los gobiernos locales. Sin embargo, en opinión de Gerardo Gutiérrez Candiani, el empresario que ha sido un eficaz puente entre Los Pinos y la iniciativa privada, el éxito de las ZEE no dependerá de la inversión pública desplegada, sino de la calidad de la inversión privada que se logre atraer. La inversión pública importa, pero no hará la diferencia. Las zonas más pobres del país llevan décadas recibiendo cuantiosos recursos públicos y eso no ha bastado para romper el círculo vicioso de la pobreza.

Se solicitan empresas y empresarios para las ZEE.

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