Reforma fiscal de EU

José Luis de la Cruz | Publicado en: El Sol de México.

El presidente Donald Trump ha logrado su mayor victoria en materia de política económica: la aprobación de la reforma fiscal en el Senado y la Cámara de Representantes de su país.

A contrasentido de lo en México en los últimos años, en Estados Unidos se esta conformando un marco fiscal que busca atraer inversión productiva: la reducción del impuesto sobre la renta a las grandes corporaciones de un 35 a un 20% será altamente atractiva para las empresas que produzcan en la principal potencia del orbe.

Para México representa un fuerte golpe fiscal porque se camina en sentido contrario: desde 2009 se han implementado mecanismos para aumentar la tributación de las empresas productivas y las personas físicas.  La debilidad de las finanzas públicas y la improductividad del gasto público han sido parte de la causa: un sector público sediento de recursos que no ejerce con eficacia, eficiencia y transparencia.

La aprobación de la reforma fiscal en EU representa un golpe para la política fiscal mexicana: sí se desea ser atractivo para las inversiones productivas se debe reducir la tasa impositiva, de otra manera la zanahoria puesta por el gobierno de Trump será más seductora para empresas que buscan los mejores rendimientos para sus inversiones. Sí ello ocurre en China, México, África o Estados Unidos no importa.

El desafío para el endeudado sector público mexicano es que no se comprometió con los cambios estructurales que requerían las finanzas públicas y que eran conocidas desde el año 2000: aumentar la inversión y disminuir el gasto corriente. Las promesas de un reordenamiento del gasto, para evitar duplicidad, aumentar eficiencia y reducir las erogaciones improductivas no se hicieron realidad. A pesar de que se contó con la asesoría de instituciones internacionales, como el Banco Mundial, y que se buscó implementar los cambios desde el sexenio pasado, hoy el gasto de gobierno sigue sin generar valor agregado, se encuentra comprometido en la parte operativa y por el elevado costo financiero.

La inversión pública constituye el segmento castigado por todos los ajustes fiscales realizados en los últimos 12 años en tanto que el gasto corriente sigue aumentando. Un problema adicional es que, al igual que con la renegociación del TLCAN, en México no se consideraba que Trump fuera capaz de cumplir con su promesa de campaña. Primero porque se consideraba desde la lógica de la política mexicana: solo sería una promesa y que en el ejercicio de gobierno Trump matizaría o se olvidaría de ello. Al igual que con el TLCAN y la salida del TPP eso no ocurrió.

Después se pensó que las fuerzas internas de EU harían contrapeso a los objetivos del presidente norteamericano. Hoy se observa que el partido republicano consideró la reforma fiscal como algo prioritario, de mayor valor que las diferencias que pueden llegar a tener con el gobierno federal. Como ocurrió con el TLCAN, y aún días antes de que fuera aprobada por el senado, en México se continuaba argumentando que el efecto de la reforma fiscal causaría un daño a las finanzas de EU y que por eso no debería aprobarse.

Para los políticos de aquel país dichas tesis carecen de relevancia, la aprobación de la reforma lo muestra. Hoy la esperanza, sin muchos fundamentos, es que ello aminore la presión de Trump sobre el TLCAN. No ocurrirá.

Tanto para el actual gobierno mexicano como para los políticos que aspiran a gobernar el país en 2018, la reforma fiscal y los cambios al TLCAN los obligan a rehacer sus propuestas de política económica.

Si sus propuestas no contemplan los cambios que están ocurriendo en EU, y lo que habrá en el TLCAN, y sí no reconocen que la respuesta no se encuentra en más tratados comerciales, México enfrentará un contexto adverso que llevará el modesto crecimiento de 2% a terrenos negativos. El tiempo corre, seguir con los paradigmas y “paradogmas” actuales no es una opción. Fuente […]

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