Una política hacendaria y financiera para impulsar la inversión y el desarrollo sostenible.

El Financiero

El Financiero | Mauricio de Maria y Campos.

El desarrollo sostenible e incluyente de México -con tasas deseables de crecimiento del 5-6% anual- en el periodo 2018-30, será posible si la sociedad mexicana y el próximo gobierno se deciden a realizar un proceso profundo de reforma hacendaria -Ingreso, gasto, deuda- que provea al Estado por la vía fiscal y financiera de los recursos necesarios para apoyar un mayor y mejor proceso de inversión, pública, privada, nacional y extranjera e impulsar una más equitativa distribución del ingreso y la riqueza.

Esta fue la principal conclusión de la reunión-diálogo que tuvo lugar el sábado pasado 30 de septiembre en el Centro Tepoztlán Víctor Urquidi, apenas 10 días después de que el terremoto sacudiera y causara grandes trastornos a dicha población, a los estados de Morelos, Puebla y Guerrero y a la capital del País.

Ciertamente serán los ciudadanos mexicanos los que tendrán la última palabra. Un cambio de fondo exige un mandato y la voluntad económica- política del nuevo gobierno, y del que lo siga en el periodo 2024-30; pero tal como lo destacaron Francisco Suárez Dávila, Ex-Subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Foncerrada-Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, y Jorge Mattar, Consultor de la Cepal y Coordinador Técnico del Proyecto Nueva Visión Estratégica 2030 del Centro Tepoztlán, urge formular y poner en marcha una nueva y audaz visión compartida de largo plazo y de diseño y ejecución de las políticas, que apunte a la instalación de políticas de estado que permanezcan más allá de las administraciones presidenciales, ya que ello es particularmente crucial en el caso de la formación de capital, tanto pública como privada, nacional y extranjera.

México ha conformado a lo largo de los últimos 30 años, un modelo de “estancamiento estabilizador”, que privilegia la estabilidad financiera: precios, equilibrio fiscal, como ejes básicos de la política económica y resta prioridad a la economía real: el crecimiento, la inversión el empleo, y una más equitativa distribución del ingreso. El esquema teórico-conceptual subyacente ha quedado rebasado por la evidencia en México y en otros países; ha partido del dogma de que basta con el ordenamiento de la economía y la estabilidad macroeconómica para que el proceso inversionista tenga lugar y que el crecimiento de la economía y el empleo ocurran en consecuencia.

El planteamiento de desarrollo alternativo esbozado en la reunión reconoció que la estabilidad macroeconómica es condición necesaria pero no suficiente y subrayó la necesidad de introducir cambios en la estrategia general de desarrollo, que ubique la principal prioridad en acelerar la tasa de crecimiento económico, con atención a la equidad y la inclusión, sin descuidar la estabilidad de precios. Se trata de un cambio radical respecto del esquema seguido en los últimas tres décadas –que ha privilegiado el control del inflación.

La ruptura del modelo actual necesita reencausar los principales elementos de la política hacendaria y financiera: Continuar leyendo […]

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