El Universal | Por: José Luis de la Cruz.-
Las cuentas no cuadran para las finanzas públicas. El presupuesto de egresos aprobado para 2016 es de 4.76 billones de pesos, 17 mil millones de pesos más que lo propuesto por el Ejecutivo y 67 mil millones de pesos superior a lo autorizado para el año en curso.
¿Cuál austeridad? Como lo hemos comentando, la reducción se da en sectores estratégicos para el desarrollo de México. Austeridad selectiva, menos inversión y más pago al servicio de la deuda , es el costo de no crecer y del aumento de pasivos improductivos.
Las cifras son contundentes. En el caso de Pemex, CFE y el Ramo de Comunicaciones y Transportes el retroceso implicará un presupuesto inferior al de 2014, una contracción que nos remite al inicio del sexenio.
En el caso de Comunicaciones y Transportes el monto total autorizado por la Cámara de Diputados es de 105.2 mil millones de pesos, 13 mil millones inferior al aprobado para 2014, eso implicará una reducción en el ritmo de construcción de infraestructura vital para el presente y futuro de México.
La contradicción no es menor, el país tiene requerimientos internos y externos que presionan tanto la cohesión social como el desarrollo económico. Un ejemplo de lo primero se tiene en el rezago carretero de los estados más pobres. En dichas regiones las carreteras pavimentadas representan entre 30 y 35% del total, la abrumadora mayoría son clasificadas como brechas mejoradas o recubiertas.
La mayor proporción de autopistas con más de 2 carriles se encuentra en el centro y norte de México, siempre buscando la comunicación con Estados Unidos, en la ruta de la exportación, no necesariamente la del fortalecimiento del mercado interno.
Además, las vías de comunicación en el sur y sureste de la república tienen más complicaciones para cumplir con la normatividad de seguridad para el transporte de productos, algo que eleva los costos para las empresas que desean instalar su fábricas en dicha región.
Una situación similar se tiene para el caso de aeropuertos, puertos marítimos y el ferrocarril. La infraestructura disponible es insuficiente o con costos elevados. En el caso de la agroindustria el transporte por ferrocarril puede representar hasta 40% del total, algo que inhibe la competitividad del sector y contradictorio para un país de 28 millones de mexicanos con carencia alimentaria.
El freno a la inversión en el Ramo de Comunicaciones y Transportes también tendrá efectos adversos respecto a la posición competitiva que México debe adquirir frente a las naciones que conforman el Acuerdo Transpacífico (TPP).
No se puede olvidar que la mayor parte de las mismas ya han desarrollado poderosos complejos de comunicaciones marítimas y de zonas industriales que les permiten competir en los mercados internacionales, por muy lejanos que se encuentren.
Además algunos de ellos tienen sinergías industriales con China. Por ejemplo el caso de Singapur: cuentan con un acuerdo de libre comercio y ambas naciones tienen un parque industrial conjunto en una zona total de 288 kilómetros cuadrados. El parque industrial de Sozhou tuvo su origen hace más de 20 años y sintetiza el tipo de competencia que México enfrentará adentro y afuera del TPP.
Sin la infraestructura adecuada de poco servirán los años de transición que México negoció en el TPP. Lo mismo ocurrirá sin el desarrollo energético adecuado. El presupuesto de 2016 contempla 478 mil millones de pesos para Pemex y 299 mil millones más para CFE. En 2014 contaron con 540 mil millones y 314 mil millones respectivamente.
Con el presupuesto de 2016 se vuelve a demostrar que el problema del país no es la falta de dinero, sino a que se le destina. La austeridad es una trampa cuando se aplica incorrectamente. El Congreso de la Unión debe elevar su capacidad técnica y política para ayudar a la reconstrucción del manejo de las finanzas públicas del país. Fuente […]
