(Opinión) Desaceleración económica y pobreza, el llamado por cambios

El Universal

Por: José Luis de la Cruz | IDIC | Publicado en El Universal.

El gobernador del Banco de México tiene razón al alertar sobre las turbulencias financieras que pueden afectar a la economía mexicana. No obstante, no solamente son factores externos los que generan señales que deben atenderse.

Parte del problema ha surgido por el entorno provocado por la caída de los precios del petróleo, los desequilibrios financieros de la Unión Europea, la caída de las bolsas de valores en China y la especulación sobre el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos; sin embargo, en el caso de México hay otros factores a considerar.

La depreciación del tipo de cambio refleja la presión que el peso enfrenta tanto por la mayor salida de capitales como por la menor entrada de los mismos. Además, la volatilidad de los mercados financieros no terminará en el corto plazo.

En el entorno interno, la economía sigue sin encontrar la ruta del crecimiento económico sostenido y vigoroso. Las expectativas sobre el impacto de las reformas estructurales se han moderado, los resultados de la Ronda Uno han puesto en claro que las inversiones en el sector energético no serán el motor de reactivación productiva que se había pensado. Esto es un llamado por medidas de política económica alternas.

Las cifras de coyuntura son contundentes. Durante los primeros cinco meses del año la economía solo creció 2.3%. Hoy, la mayor parte de los sectores productivos tiene un ciclo a la baja. Solamente en los servicios se puede observar una evolución más favorable.

El problema es que el sector terciario también tiene componentes relevantes que han comenzado a debilitarse: su fortaleza depende de la dinámica de los sectores primario e industrial.

El comercio y el transporte son dos elementos con indicios de agotamiento, los cuales solo podrán revertirse si se mejora la calidad del empleo y se acelera el crecimiento económico. El mercado interno depende de los ingresos generados por la producción, no de la importación.

Además, esto llega después de dos años de bajo crecimiento, sin cambios en la política económica las empresas y hogares tienen pocas reservas para reactivar su ritmo de inversión y consumo.

En el caso de los hogares, la situación es delicada, las cifras de la pobreza lo confirman. De acuerdo con el Coneval, en el periodo 2012-2014 la pobreza aumentó en 2 millones de mexicanos, para llegar a una cifra de 55.3 millones. Además, debe considerarse que 53.2% de la población se encuentra en pobreza por ingreso: 63.8 millones de personas, 3.2 millones más que en 2012.

El mismo Coneval señala que 28 millones sufren de carencia alimentaria y que 24.5 millones viven con un ingreso que no les permite superar la línea de bienestar mínimo.

Lamentablemente, esto último no representa un problema de coyuntura, en realidad es uno de los desequilibrios estructurales que enfrenta el país.

Desde 1994 se han rediseñado los programas de combate a la pobreza, sin embargo eso no se tradujo en una reducción en el número de mexicanos que viven en ella. No sólo es la ineficacia de los programas, el problema de fondo es el deterioro del empleo; malos salarios, escasas prestaciones sociales e informalidad son parte del problema.

La solución real solamente es alcanzable mediante mayor crecimiento económico y creación de empleo formal bien remunerado.

Además, existe un problema de fondo en la estrategia para el combate a la pobreza: se le ataca de manera focalizada cuando el desequilibrio se ha generalizado, la mitad de la población se encuentra en ese grado de marginación.

La tesis de combate focalizado se impuso en México, y los resultados en los dos primeros años de la actual administración no son diferentes a los de sus antecesores.

Sin una estrategia integral que implique desarrollo económico y fomento a la actividad productiva en México, el avance de la pobreza continuará, como lo ha hecho desde 2006. Fuente […]

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