La Voz de la Industria Vol. 3 N°43 |
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La apertura comercial solamente genera maquiladores sino se encuentra acompañada por una política industrial que propicie la formación de empresas creadoras de valor agregado. Ese es justamente el problema de México. En la historia económica contemporánea no existe un país exitoso que haya basado su crecimiento en las exportaciones sin antes haber desarrollado un sector industrial productivo y competitivo. Japón, China, Corea del Sur y hoy Vietnam
han creado una base industrial de calidad global para competir. No se conformaron con importar para exportar, producen y crean en su país para vender al exterior.
Sin embargo México camina con dos ritmos y direcciones. Por un lado se encuentra la postura del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, quien aseguró que “México está dando los pasos para revertir la baja productividad mediante” entre otros mecanismos el Programa Nacional de Infraestructura para que la «promesa del Tratado de libre comercio, el TLC, llegue a todo el país con el incremento del contenido nacional en las exportaciones”. Para que esto último suceda es preciso cambiar la estructura productiva nacional, e incrementar lo Hecho en México.
(…) Una reflexión final
Los planes de gobierno no tienen la adecuada resonancia dentro de su propia estructura. El pasado 13 de mayo del 2013 el Presidente Enrique Peña Nieto “llamó a los empresarios del país a acercarse a la administración pública para que conozcan sus necesidades y ofrezcan sus productos y servicios, sean proveedores del gobierno y contribuyan así a elevar la calidad de vida de todos los mexicanos, porque a final de cuentas todo está orientado para que las familias vivan en condiciones de mayor bienestar».
El problema es que los mecanismos de respuesta del gobierno son lentos, no se encuentran en sintonía con la iniciativa del Ejecutivo Federal. Así sucede con la Unidad de Prácticas Comerciales Internacionales (UPCI) de la Secretaría de Economía. En teoría la UPCI debe analizar y tomar resoluciones contra el comercio desleal que enfrentan las empresas mexicanas. Puede aplicar medidas precautorias para evitar que el daño se profundice en lo que realiza sus estudios. Sin embargo, eso raramente ocurre. Se prefiere evitar el conflicto con otros países a inhibir el daño a la planta productiva. Por tanto, es necesario que homologue sus tiempos de respuesta a los de países que protegen a su industria frente al embate del acero chino, como Estados Unidos y la Unión Europea. Continuar leyendo […]
