Lo que viene: ¿Quién protege al Presidente?

Por: José Luis de la Cruz | Publicado en El Sol de México.

Las primeras cifras de 2019 muestran lo que desde hace ocho meses se preveía, la economía está en una desaceleración que llegó a la vida diaria de los mexicanos: una generación con tendencia a la baja de empleo formal.

El debilitamiento de la actividad productiva no se previó en los Criterios Generales de Política Económica de diciembre. Para 2019 se pronosticó una inercia de crecimiento: el histórico y criticado dos por ciento que lentamente aumentaría para topar en 2.8 por ciento en 2024.

Se pensó que el dos por ciento era alcanzable, pero la realidad se impuso: el modelo económico heredado basado en la estabilización de precios sin generación de mayor productividad y crecimiento claudicó ante algunos cambios mínimos al gasto público, pero sobre todo ante la desaceleración del sector industrial que acumula cuatro caídas consecutivas y requiere una verdadera política de desarrollo.

Ante el embate de la realidad todos los organismos y analistas modificaron su prospectiva de crecimiento llevándola a un rango de entre 1.2 y 1.7 por ciento. La pregunta es: ¿será suficiente o es el primer ajuste a la baja?

El problema político para el presidente López Obrador es mantenerse en el escenario que planteó al iniciar su gobierno: que se alcanzará la meta de crecimiento o que la generación de empleo es la más elevada para un primer trimestre del año en una década. Eso no ocurre, las tendencias del marco macroeconómico real no corresponden con el que le presentaron en diciembre pasado.

Mantener el discurso puede ser costoso. Se deberían recordar otras experiencias que negaron la realidad.

En los primeros tres años del gobierno de Vicente Fox no se encontró la fórmula del crecimiento porque su victoria electoral mantuvo el esquema heredado de política económica. Su proyecto de impulsar lo que llamó “changarros” mostró el límite de su visión económica y lo hizo presa fácil de los representantes del modelo neoliberal.

La administración de Felipe Calderón vivió la segunda mayor crisis en 80 años: a la que dos años antes se tildó de “catarrito”, y para la cual México estaba, supuestamente, “blindado”. Al final tuvieron que llamarla “la crisis que vino de fuera”: la culpa era de otros.

El sexenio pasado fue de reformas y cambios de leyes que resultaron en un crecimiento de dos por ciento, más endeudamiento y una inflación arriba del objetivo del Banco de México. El expresidente Peña se negó a hacer cambios hasta que no tuvo alternativa, demasiado tarde.

¿Qué sigue para la nueva administración? Durante las siguientes semanas los resultados de la economía podrían pasar de modestos a negativos en más sectores, además las noticias del sector industrial de Estados Unidos muestran que su desaceleración también comenzó.

El titular del Poder Ejecutivo no debe desgastarse mediáticamente por ello, su trabajo debe concentrarse en revisar la pertinencia de la estrategia de política económica con la que inició su administración.

La mayor lealtad con el Presidente, y lo que históricamente representa, es plantearle la realidad objetiva. Su esfuerzo ya no debe enfocarse a los medios de comunicación, el Presidente debe asegurarse que su gabinete formule y aplique las políticas integrales con visión de Estado que definirán su gestión. Que otros se ocupen de la batalla mediática. Fuente […]

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