Por fin nos acordamos en México de políticas públicas que impulsen el desarrollo regional

Por: Jesús A. Cano Vélez.

Desde hace décadas, México evoluciona en dos sentidos: Una parte del país compite y gana en la economía global, con índices crecientes de ingreso, desarrollo y bienestar. Pero hay otra que se ha quedado rezagada; que no ha podido aprovechar su enorme potencial productivo y que sufre carencias sociales inadmisibles en pleno siglo XXI.

Este contraste es más claro si comparamos a las entidades del norte, al Bajío y al centro del país, con los estados del sur y el sureste de la Nación. Resulta paradójico que, a pesar de los vastos recursos naturales, energéticos y, sobre todo, humanos de nuestro sur-sureste, millones de familias aún vivan en condiciones de pobreza y marginación.

Para cambiar esta historia de desigualdad y rezago, es indispensable elevar la productividad del sur-sureste, es decir, establecer las condiciones estructurales para generar mayor riqueza y oportunidades de desarrollo para la población. Con esta visión, el actual gobierno de la República impulsó un modelo de desarrollo especial para el sur-sureste de México: Las Zonas Económicas Especiales (ZEE), una respuesta del Estado Mexicano para cerrar las brechas de desigualdad regional e impulsar un desarrollo equilibrado, sostenido, sustentable e incluyente.

La estrategia consiste en crear nuevos polos industriales en las entidades con mayores rezagos, a partir de una política pública innovadora, moderna y progresista, enfocada en atraer inversiones, elevar la productividad y generar empleos bien remunerados.

El 28 de septiembre del 2017, el actual gobierno federal sentó las bases para este nuevo modelo de desarrollo regional, con la declaratoria de las tres primeras Zonas Económicas Especiales del país. A partir de esa fecha, Puerto Chiapas, en Chiapas; Lázaro Cárdenas -La Unión, en los límites de Michoacán y Guerrero; y Coatzacoalcos, en Veracruz, cuentan con el andamiaje legal e institucional para ofrecer el paquete de estímulos a la inversión productiva más amplio, más atractivo y de mayor impacto social en la historia económica de México.

Los incentivos fiscales, aduanales y económicos permitirán aprovechar cabalmente las vocaciones económicas de cada región, así como integrar cadenas productivas de alto valor agregado. Esto lo saben muy bien empresarios nacionales e internacionales, que ya han manifestado su interés de realizar las primeras inversiones. A las primeras tres Zonas Económicas Especiales le seguirán otras, que ya están en puerta. Continuar leyendo […]

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