Bajo crecimiento económico y el peso de la inercia, el reto a superar

La Voz de la Industria Vol. 6 N° 124Descargar […]

La administración del virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, deberá transformar el peso de la inercia si desea ver realizadas sus propuestas de gobierno.

El bajo crecimiento económico representa el mejor ejemplo del reto a superar, en el fondo es el causante de los desequilibrios sociales y productivos que se viven en México, entre ellos el de la pobreza. El marco institucional y administrativo del gobierno federal se ha elaborado para obedecer la lógica de un modelo que en teoría debería elevar la competitividad y productividad de la economía nacional, pero que en la práctica no ha tenido la capacidad para lograrlo.

¿Se puede concebir que el mismo modelo causante del bajo desarrollo económico y social pueda revertirlo con solo algunas modificaciones?
La probabilidad de que ello ocurra es baja porque la evidencia muestra lo contrario.
Se debe ser claro, la elaboración sexenal del Plan Nacional de Desarrollo, de los programas sectoriales, del Pronafide, la aprobación de múltiples reformas estructurales o la creación de comités y consejos no ha alcanzado para revertir el crecimiento económico cercano al 2% que atrapó a México desde hace 36 años.
Se ha intentado reformar al modelo aplicado desde 1986, el éxito no ha llegado.
La revisión de los documentos citados a lo largo de los últimos seis sexenios permite aseverar que algunos de ellos contenían un buen diagnóstico, así como propuestas correctas, sin embargo, la realidad hace evidente que ello no basta para corregir las fallas del modelo económico aplicado desde 1986, sus problemas estructurales van más allá de su implementación. Por lo cual, se requiere una nueva lógica de política económica que evite los dogmas y privilegie los resultados: mayor crecimiento, inversión productiva y empleo formal. Gasto de gobierno eficaz, orientado a resultados: durante las últimas 4 décadas se han aplicado programas de ajuste fiscal que no redundaron en mayor crecimiento económico y desarrollo social.

La inercia institucional que ha causado el bajo crecimiento es grande y no se le debe subestimar. Para revertirla se requiere de una nueva política económica que venga acompañada de políticas públicas bien definidas y comprometidas con la atención de los problemas que inhiben el crecimiento y desarrollo económico de México.

La apertura económica reclama un sistema productivo innovador, educación de alta calidad, orientada a las ingenierías, profesiones técnicas y servicios de alto valor agregado, mayor financiamiento, evitar el exceso de trámites que generan corrupción y desalientan el emprendimiento, combate a la corrupción, transparencia y reducir la informalidad, por citar algunos de los más relevantes.
En teoría, todo lo citado ya debería ser una tarea resuelta: es parte fundamental de la filosofía de un modelo de apertura económica como el que México implementó desde la década de los años ochenta. En la práctica es evidente que la mayor parte de ello no ocurrió. No es algo menor, hace evidente la magnitud de la tarea a realizar y del grado de coordinación que debe existir en la próxima administración federal. Más importante: indica que todo debe partir de una nueva dirección que permita orientar y reestructurar a la administración pública heredada.

En los pasados 36 años se apostó todo a la liberalización, se olvidó y se negó la alternativa que fue exitosa en otras latitudes: un Estado que participó activamente en el fomento de sus empresas, de un gobierno que, junto al sector privado y la academia, se encargó del desarrollo económico y social.
En el Pacífico asiático no existió la separación entre la economía de mercado y la participación del Estado en el fomento de la economía, se complementaron y gracias a ello lograron acelerar el desarrollo social y productivo. Al mismo tiempo, México aplicó un modelo de apertura económica que se olvidó del Estado.

Hoy es evidente que la dimensión de los desequilibrios a resolver supera la capacidad económica del sector privado o del público, se requiere que actúen en conjunto y también de la participación de toda la sociedad para enfrentarlos exitosamente.

La austeridad ha sido parte de la vida diaria de la mayor parte de los mexicanos y de las empresas. Solamente el crecimiento económico puede regresar el bienestar social y económico que se perdió por las diversas crisis que el país ha vivido desde la década de los años setenta del siglo XX y las cuales se exacerbaron en 1995 y el 2009, cuando se vivieron las mayores contracciones del PIB desde la crisis de 1929.

La reconstrucción de la política económica y de la administración pública es indispensable para aplicar nuevas estrategias que permitan superar la fuerza centrípeta del 2%, de la pobreza, la elevada quiebra de empresas y la corrupción.
Una estrategia que fue fundamental para impulsar el crecimiento en otras naciones fue el firme impulso al desarrollo industrial. La política industrial y de fomento económico que explica el éxito de las naciones del Este de Asia. La política industrial con el objetivo de alcanzar un Fortalecimiento Productivo y Competitivo del Mercado Interno es el mecanismo que permitirá revertir los rezagos y seguir el ejemplo de las economías más exitosas a nivel global.
México deberá transformar su marco institucional y administrativo en materia de política económica para tener éxito en los años por venir, de otra manera el peso de la inercia y del funcionamiento “orgánico” ya establecido terminarán por absorber la transformación que el país requiere. Continuar leyendo:

VozIndustria 20180712 Vol 06 Num 124 – Bajo crecimiento economico y el peso de la inercia, el reto a superar

Documento original: La Voz de la Industria Vol. 6 N° 124 | Descargar […]

Se permite el uso, distribución y difusión del contenido publicado en IDIC.mx toda vez que se cite la fuente, se vincule al artículo en nuestro sitio web y se mantenga la intención del contenido. En caso de que no sea de autoría del IDIC A.C. se deberá consultar con el autor original.