El Economista | Mariana Álvarez.
Uno de los grandes retos de las entidades federativas es la deuda pública que, en algunos casos, supera el monto de participaciones, que son los principales ingresos estatales.
Al tercer trimestre del 2017, las obligaciones de 20 estados y sus entes públicos, respecto a sus participaciones federales, fue mayor al coeficiente de 50%; mientras que cuatro de este grupo debían más del doble del total de los recursos de dicho concepto.
Lo anterior implica que para saldar la deuda registrada, las entidades tienen que utilizar como mínimo 50 de cada 100 pesos de sus participaciones, que sirven como garantía para solicitar financiamiento.
Las entidades más endeudadas en proporción a sus participaciones, en el lapso de referencia, fueron Chihuahua (276.7%), Coahuila (271.9%), Quintana Roo (266.4%) y Nuevo León (235.8%), de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
A estos territorios les siguieron Sonora (147.7%), Veracruz (140.8%), Michoacán (124.5%) y la Ciudad de México (118.1 por ciento).
Ante este panorama, Héctor Magaña Rodríguez, coordinador del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, indicó que el gran endeudamiento de las entidades responde a una inadecuada administración de los impuestos estatales, aunado a un problema estructural existente en todo el país.
“Es decir, si los estados no están recaudando los suficientes recursos, entonces tienen que sujetarse a los flujos que se les otorga por parte del gobierno federal, y si éstos son insuficientes, tienen que recurrir al endeudamiento”, agregó.
En el caso de Nuevo León y la Ciudad de México, el coordinador del CIEN explicó que los factores causantes fueron algunos inconvenientes suscitados a nivel infraestructura, por ejemplo, accidentes en carreteras, entre otras eventualidades como los sismos de septiembre.
Por su parte, José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic), dijo que durante muchos años no se tuvo una supervisión de las finanzas públicas estatales, por lo que existió un alto endeudamiento que comprometió no nada más los ingresos presentes que tenían los gobiernos, sino también los futuros, incluyendo las participaciones federales.
“Esta falta de regulación hoy se ve conjugada con una necesidad de estarse refinanciando para poder pagar las deudas pasadas, con una ausencia del incremento de la recaudación propia de las entidades”, señaló. Continuar leyendo […]
