La salida de EUA del Acuerdo de París y el nuevo acuerdo bilateral de azúcar exigen repensar negociación del TLCAN

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El Financiero | Mauricio De Maria y Campos.

En las últimas dos semanas Trump nos ha dado dos malas noticias: la primera fue el anuncio de la salida de los EUA del Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático; la segunda fue la conclusión de la negociación sobre el azúcar, imponiéndose a México un acuerdo en términos inferiores a los prevalecientes durante estos años de TLCAN- que reduce el valor agregado de nuestras exportaciones.

No precisamente el tipo de noticias que quisiéramos escuchar en vísperas de las negociaciones para “modernizar” el Acuerdo tripartita.

La retirada del Acuerdo de París es un golpe a la comunidad internacional y a los intereses de los EUA a largo plazo. Lo paradójico es que fueron los EUA los que impulsaron en base a consideraciones sólidas científicas, económicas y políticas las negociaciones finales en París orientadas a acomodar los intereses de los EUA respecto a las posiciones de China, Europa y el resto del mundo. Por supuesto, se trata de revertir el legado de Obama.

El anuncio ya estaba política y económicamente descontado cuando Trump fue elegido a la Casa Blanca. Los grandes intereses de los productores de energías fósiles (en particular de sus amigos, los hermanos Koch, formidables productores de carbón y financiadores de su campaña) y de las industrias más contaminantes acabaron predominando, incluso sobre la opinión de su hija y su yerno.

El precio político a pagar por los EUA es muy alto. China ha reforzado su liderazgo mundial a través de sus anuncios en Davos en pro del libre mercado y del lanzamiento de su iniciativa de nueva Ruta de la Seda con todo lo que implica de construcción de una renovada infraestructura mundial de comunicaciones, transportes y desarrollo de polos económicos y ahora de liderazgo en el cambio climático.

La atribulada Unión Europea está ratificando su liderazgo en la lucha en favor del medio ambiente y al mismo tiempo tomando decisiones económicamente correctas a largo plazo.

En términos económicos la decisión de Trump va a dañar los intereses de los EUA en el largo plazo. El futuro económico no son las energías fósiles y mucho menos el carbón.

Todo el resto del mundo, incluyendo los grandes países poseedores de yacimientos de carbón, petróleo y gas y de instalaciones generadoras de electricidad en base a carbón como China, India, Rusia, Sudáfrica se están desplazando firmemente hacia la energía eólica y sobre todo la solar, en la medida que se ha reducido drásticamente su costo de producción y se han dado avances notables en su almacenamiento y manejo gracias a modernas tecnologías, como la del litio.

China, India y países europeos tienen ya metas de sustitución total a mediano plazo de taxis, camiones y otros transportes de gasolina y gas por eléctricos. Una economía que se precia en mantener su ventaja competitiva con base en la innovación y las patentes como la de los EUA está yendo en contracorriente de la tendencia tecnológica mundial. Ningún país ha señalado que va a seguir el ejemplo de los EUA.  ¿México qué va a hacer al respecto?

Preocupa también que los EUA se comprometieron a apoyar con 3 billones USD a países en desarrollo en la lucha contra el cambio climático, lo que los convertía en el principal donador mundial. Se trata de contribuciones voluntarias, así es que ese no fue un buen motivo económico para salirse del Acuerdo de París como argumentó Trump. Habrá que ver ahora que rol adoptan China y Europa para sustituir a los EUA como donantes en apoyo a los países en desarrollo.

La “economía de la energía” debería estar empujándonos a todos en la dirección correcta, pero hacen falta voluntad, proyectos y recursos financieros y tecnológicos. Lo que poco se ha subrayado es que oficialmente Trump no podrá retirarse del acuerdo hasta noviembre de 2020 (3 años después de su ratificación y un año más de espera), que es también año de elecciones presidenciales en los EUA. Un nuevo presidente podría revertir la decisión.

Para especialistas de EUA lo más preocupante es la decisión de reducir drásticamente el presupuesto federal de la Oficina de Eficiencia energética y energías renovables, lo que tendrá una grave repercusión sobre desarrollos tecnológicos futuros y en proceso.

En contraposición, lo más esperanzador es la Alianza in crescendo entre muchos estados de la Unión Americana –incluyendo California y Nueva York -, numerosas alcaldías, las universidades más destacadas e importantes grupos empresariales en contra de la posición de Trump.

Como lo señalara el NYT (6-6- 17), el Gobierno de California, con una población mayor a la de Canadá y la sexta economía mundial “emerge como el negociador de facto de Estados Unidos con el mundo en cuanto a medio ambiente” y promete dar una fuerte pelea frente al Gobierno Federal.

Según el NY Times: “Los funcionarios ambientales de California están trabajando con México y Canadá para crear lo que llaman el TLCAN del cambio climático”.

¿Dónde se va a ubicar el estado mexicano en este proceso? La cancillería hasta ahora parece paralizada. Refrenda su apoyo al Acuerdo de París, pero da la impresión de olvidar los agravios de Trump. Todo se le resbala, como si fuera de teflón, en espera de que manteniéndose callada y haciendo algunas negociaciones y concesiones vayamos a salir bien librados de la “modernización del TLCAN”.

La reciente experiencia con la negociación del azúcar no ofrece optimismo. Algunos dicen que “no nos fue tan mal”, pues se mantuvo el acceso al azúcar mexicano al mercado privilegiado de los EUA; la realidad es que las presiones de los hermanos cubano-americanos Fanjul- amigos de Trump y grandes productores azucareros en Florida y la Dominicana, esperanzados en regresar a Cuba- condujeron a un acuerdo que reducirá las exportaciones mexicanas de azúcar refinada con mayor valor agregado del 53 por ciento al 30 por ciento. Perdimos terreno en un área donde varios cientos de miles de trabajadores, 10 estados y empresarios mexicanos están involucrados.

Rodolfo Cruz, gran experto mexicano en la materia desde la firma del TLCAN, nos recuerda en un informe reciente del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM que las cartas paralelas al TLCAN que limitan la entrada de azúcar mexicana carecen de validez legal y modifican el texto en contra de la práctica y el derecho norteamericano.

¿Qué podemos esperar entonces de las negociaciones por venir del TLCAN? Ya lo advirtió Trump, van a empujar fuerte para modernizarlo en base a sus intereses- que no son los nuestros.

Ante esta situación, México debería estar aprovechando ya sus capacidades y su posición geopolítica para explorar en serio nuevas estrategias de desarrollo nacional, de negocios y cooperación con otras regiones y países, así como nuevos instrumentos para fortalecer nuestro poder de negociación y atenuar las asimetrías en el TLCAN.

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