¿Feliz Navidad para el peso?

El Universal | Por: José Luis de la Cruz

Hace poco más de dos años el peso mexicano vivía un momento que algunos pensaron reflejaba la fortaleza de la economía mexicana. Varios afirmaron que gracias a las reformas estructurales aprobadas los mercados financieros reforzaban su confianza en México.

Bajo dicha perspectiva se manejó la existencia del “súper peso”. Desafortunadamente la realidad es necia, se empeña en hacerse presente para demostrar que los fundamentos económicos son distintos.

Bastó que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) haya entrado al juego de la especulación sobre el futuro de sus tasas de interés para modificar el entorno. El súper dólar muestra que los capitales financieros lo ven como el refugio seguro. Atrás quedó el vigor de monedas como el euro y el peso mexicano. La autoridad monetaria norteamericana ha jugado con las expectativas de propios y extraños.

Desde fines del 2014 hubo quienes creyeron que en alguna de las reuniones de la Fed se realizaría el ajuste a las tasas de interés. Se olvidaron que la lógica de la Reserva Federal es distinta.

Hace casi 10 años la Fed decidió, en un acto contrario a la transparencia que se requiere de una autoridad monetaria, dejar de publicar los agregados monetarios que reflejaban el verdadero grado de endeudamiento en el que estaba incurriendo Estados Unidos, ello fue la antesala para el manejo discrecional que requería previo, durante y posterior a la crisis financiera que comenzó en 2007.

Todos conocemos la parte pública de lo que siguió, un colapso de instituciones bancarias y financieras que solo fue posible revertir inundando los mercados de dinero barato. No obstante, la cantidad exacta y el grado de endeudamiento total es incierto, particularmente por toda la ingeniera que hay detrás de los instrumentos conocidos como derivados financieros.

La etapa del dinero barato está por terminar, probablemente porque la enorme liquidez que existe en los mercados financieros más especulativos no corresponde al débil crecimiento del resto de la economía.

La propia Fed se encuentra en una encrucijada: ¿cómo responderá la economía norteamericana, y el mundo, ante un aumento de las tasas de interés? Esto es particularmente interesante en el preámbulo de un año electoral en Estados Unidos.

La respuesta no es sencilla y cometer un error puede tener un costo demasiado elevado. Además es algo que ya ha ocurrido anteriormente. No se puede olvidar la crisis de los años ochenta, la década pérdida, cuando una decisión de la Fed y del Banco Central de la Gran Bretaña provocó el colapso de América Latina, una región que cometió la imprudencia de endeudarse cuando no lo necesitaba.

Hoy parece que la Fed es más consciente de ello, y de que su propia economía muestra señales contradictorias sobre su fortaleza. Los indicadores manufactureros e industriales son el elemento más claro, algunos de ellos ya pasaron a la fase de contracción. Solo para tomarlo en consideración: México ya recibe los efectos de la desaceleración industrial norteamericana, así lo demuestra el pobre resultado de crecimiento en la industria nacional, 1% en octubre.

Bajo dicho contexto es muy claro que el peso mexicano termina 2015 recibiendo los efectos de movimientos de capitales que anuncian ajustes mayores en el sistema financiero y económico mundial. No tener efectos en la inflación es solo la parte doméstica de la historia, y podría ser sólo coyuntural.

El tipo de cambio cercano a los 18 pesos por dólar muestra los desequilibrios que enfrenta México, haciendo cuestionable el endeudamiento registrado durante los últimos tres años, particularmente cuando se toma en cuenta la declaración de la presidenta de la Fed en el sentido de que tardarse más en aumentar las tasas de interés podría provocar un problema mayor en la economía. De todos modos aumentarlas lentamente lo único que anuncia es un periodo prolongado de bajo crecimiento económico, en el mejor de los casos. Fuente […]

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