(Opinión) ¿Y el arsenal?

Por: José Luis de la Cruz | IDIC

Por tercer año consecutivo los pronósticos sobre el crecimiento han debido ajustarse a la baja. Lejos han quedado las expectativas que se plantearon en el Plan Nacional de Desarrollo de que las reformas estructurales llevarían a México a un crecimiento de 4.5% en este mismo año. Hoy se debe rememorar a la afectación económica y financiera estructural que las últimas tres grandes crisis provocaron en nuestro país. El pasado como explicación, y justificación, del presente y futuro.

Lamentablemente esto es algo común. En el sexenio pasado fuimos testigos de cómo pasamos de ser un país blindado contra los efectos de la recesión de Estados Unidos, la gripita, a uno afectado por la segunda mayor crisis de los últimos 80 años. Evidentemente que las secuelas del error siguen presentes.

No se puede olvidar el “error de diciembre”, aquel que nos llevó de ser un país que pensaba pertenecer al club de los países desarrollados (OCDE) a uno que requirió el apoyo del presidente Bill Clinton, quedando del petróleo como garantía, para salir del problema. Parte del saldo se sigue pagando en forma de rescate bancario, más de 40 mil millones de pesos anuales solo en intereses. Una deuda que permitiría construir el doble de carreteras en las zonas marginadas del país.

De igual forma se puede rememorar la “Década Pérdida”. El país pasó de “administrar la abundancia” al “ya nos saquearon” para referirse a la salida de capitales que propició la quiebra del país, y que fue el resultado de dos administraciones fallidas en materia de política económica. El problema es que los cambios implementados en la gestión de Miguel de la Madrid cimentaron el paradigma, hoy paradogma, de que todos los ajustes a la economía deben pasar por la visión financiera y contable, antes que por la de aumentar la capacidad productiva de las empresas.

De igual forma se dejo la herencia de pensamiento respecto al exterior: inversión extranjera directa, comercio exterior y apertura financiera se volvieron parte estructural de la arquitectura de política económica que no ha dado el fruto deseado. La razón, el descuido de la producción y el mercado interno.

Hoy vivimos un nuevo capítulo de la misma historia. Hace unas semanas el Gobernador del Banco de México hizo referencia a la existencia de un “arsenal” para enfrentar la volatilidad financiera que se vive en el mundo. Como en su momento se apuntó la mayor parte es deuda. Más que una solución representa heredar restricciones a las futuras generaciones. Como la que nos dejaron hace 30 años.

México ha fallado en entender y adaptarse a los cambios globales que hoy restringen su economía doméstica. Llegó tarde a la apertura económica y hoy insiste en permanecer en ella cuando lo que se observa es el crecimiento del Capitalismo de Estado, como el implementado abiertamente por China.

En estos momentos se observa cómo la industria siderúrgica sucumbe ante la avalancha de acero chino.

Con ello se disloca la columna vertebral de la cadena de la metal-mecánica, justamente en donde se elabora la mayor proporción de las exportaciones de manufacturas mexicanas.

El despido y la reducción de inversiones de las principales empresas nacionales del acero son el resultado de una apertura económica sin estrategia productiva.

La realidad muestra el error que cometieron quienes pensaron que con bajos costos laborales y depreciación del peso se puede competir. Hoy el peso se encuentra en su nivel histórico más bajo frente al dólar y eso no favorece las exportaciones.

Hoy las remuneraciones de los trabajadores son inferiores a las de hace 40 años y eso no es factor para incrementar la productividad y competitividad de México.

La estabilidad macroeconómica representa un factor positivo pero insuficiente para crecer.

El fortaleciendo de la economía requiere un viraje a la estrategia implementada desde hace 30 años y la cual ha fallado en reconocer que el modelo actual no se ajusta a la realidad global.

*Artículo publicado originalmente en El Universal.

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