Desarrollo innovador para el futuro de México

Análisis* por el Dr. José Luis de la Cruz.

El desarrollo económico futuro de México no solo depende del éxito de las reformas estructurales que se han aprobado, ni siquiera de su implementación exitosa. En realidad el crecimiento y la distribución exitosa de la riqueza deberán llegar por medio de una transformación radical de las estructuras productivas, educativas y de gestión pública en nuestro país.

En la actualidad México tiene poca capacidad innovadora. Además, la interrelación entre el desarrollo científico que se realiza en las universidades y centros de investigación no corresponde con las necesidades productivas que tiene la industria, particularmente con la que tiene la mayor capacidad de generar valor agregado.

El vínculo entre la academia, la investigación con las pequeñas y medianas empresas es aun más débil. El perfil productivo de las Pymes es de bajo valor agregado, particularmente en el sector de los servicios. Sus escasos requerimientos de innovación les alejan de las universidades y aun de los centros de capacitación.

De igual forma, los programas de gobierno no están diseñados para incubar y acelerar el crecimiento de las Pymes que están en capacidad de ser innovadoras. En el sector público se carece de una integración entre Conacyt y las instituciones encargadas de generar los incrementos en la productividad nacional.

Las grandes empresas trasnacionales tampoco son fuente de transferencia tecnológica y de capacitación para las empresas mexicanas, generalmente llegan al país con sus proveedores originales y no tienen la necesidad de incluir a productores mexicanos.

Adicionalmente debe citarse que el escaso financiamiento limita el crecimiento del sector productivo, los bancos prestan poco a la empresa que está lejos del sector financiero, prefieren direccionar su gestión de negocios hacia sectores que les proporcionan una mayor ganancia sin que necesariamente propicie crecimiento económico y empleo formal.

Por otro lado, también debe mencionarse que las empresas no tienen una estrategia integrada hacia los desafíos que vienen para México. No existe una estrategia nacional para desarrollar a las empresas que integre de manera adecuada los intereses del sector privado y que los vincule con la política económica ni con el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Las reformas estructurales buscan propiciar crecimiento económico, pero no tienen el potencial de cambiar la realidad citada. La parte educativa solamente se quedó en un nivel primario, cuando en realidad se requiere que llegué a los niveles técnicos y universitarios. Nuevos modelos educativos deben ser implementados, en donde se asegure la calidad educativa pero también el vínculo con el sector productivo, tanto en el presente como en el futuro. No puede olvidarse que el mundo avanza rápidamente, el conocimiento y la innovación avanzan decididamente en otras partes del mundo. China, Corea del Sur, Alemania, Japón y los Estados Unidos, por citar solo unos ejemplos, han iniciado un proceso de innovación que va más allá de la tecnología y que los posiciona en un alto nivel competitivo para los siguientes 30 años.

Mejorar la calidad de la educación en todos sus niveles, y vincularla con las necesidades industriales es un camino que México deberá emprender, de otra manera seguiremos conformándonos con la creación de empleos de bajo valor agregado que difícilmente resolverán el problema de pobreza que se vive en México.

En los años por venir se deberá vincular a las empresas con la investigación tecnológica y académica. Es una tarea en la que deberán participar el gobierno y el sector privado, junto con las universidades, de otra manera el futuro nos alcanzará sin tener la capacidad suficiente para competir en un mundo en donde la innovación será el diferencial de los países exitosos.

Artículo publicado originalmente en El Universal.

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